CRÓNICA  DE  LA  SALIDA  A  LA MINA  HERCULANO

Domingo 10 de julio de 2011. La Venta El Descargador (La Unión) a las 7.45 horas es, como siempre, escenario de cita y encuentro de aficionados a la mineralogía. En esta ocasión, pretendemos adentrarnos en la mina Herculano. Una extraña atracción me lleva en cuanto tengo ocasión a uno de las zonas con más riqueza e historia de nuestra minería: el Distrito minero de Cartagena-La Unión y el conjunto de minados y parajes de interés geológico y minero de la Sierra Minera.
La fortuna meteorológica nos obsequia un fin de semana con temperaturas benignas. Una suave y agradable brisa marina  -y salina- envuelve toda la zona sorprendiéndonos por el lugar y estación del año en que nos encontramos.
El día anterior, mientras caminábamos por las denominadas Cuesta de Las Lajas y Carretera del 33 (su nombre se debe a que el ordinal del camino en el Plan de la Diputación Provincial y el mes de finalización de su construcción resultó ser el mismo, el treinta y tres), van sucediéndose imágenes evocadoras de otros momentos de intensa actividad minera y de la importancia de la ruta a través de la cual los mineros transportaban todo el mineral extraído del entorno.
Pertrechados con nuestras mochilas, cascos, frontales, herramientas y archiperres variados, accedemos a la bocamina a primera hora de la mañana. Ávidos de emoción y con expresión de complacencia y expectación vamos descendiendo en fila de a uno (Juanjo, Pedro, Cristina, Miguel, José Miguel, José, Miguel……). Una vez todos en su interior, seguimos a Juanjo que nos hace de práctico. Tanto el descenso como el posterior ascenso se desarrollan a un ritmo adecuado para el grupo aunque, quizá, algo pausado.
Esta mina requiere extremar nuestra vigilancia, precaución y estado de alerta por los numerosos pozos y pocillos, galerías y bocas de paso que vamos encontrando en nuestro recorrido. A ello se une el notable grado de dificultad que presenta en el descenso, al ascender y, en general, en su recorrido interno. Comprobamos que hay multitud de galerías y paso que, en ocasiones, se intercomunican y que, ciertamente, propenden a la desorientación en su interior.
Se trata, pues, de una mina muy interesante a nivel de su arqueología minera, con múltiples itinerarios que algunos de nosotros descendimos descolgándonos con cuerda en un segundo nivel que nos llevó a una cámara en la que se había formado una pequeña balsa de agua debido a las filtraciones por la intensidad de las lluvias caídas. Por ello, y no sólo por ello, sino también por la excelencia y calidad de las formaciones de calcita que se presentan en distintas variedades como puede comprobarse por algunas de las muestras recogidas.
Han transcurrido poco menos de cinco horas cuando tiznados de manganeso de pies a cabeza, exudando gran pérdida de sales minerales por nuestro sudor, y con ese olor penetrante, espeso e inconfundible, asomamos al aire limpio del exterior por la bocamina un primer grupo de tres/cuatro personas. Unos minutos después van apareciendo los demás compañeros. Después de felicitarnos mutua y entusiásticamente por la vivencia compartida y algunas escasas, pero de bella factura, muestras obtenidas, llega el momento de reponer líquidos, dejar constancia fotográfica del momento y asearnos como la ocasión y el momento demandan.

Algunos compañeros tienen que partir a sus lugares de origen y otros con sus familias. Nos despedimos rápidamente emplazándonos algunos para una nueva ocasión. Nuestro hacedor de práctico, Juanjo, nos invita a visitar su colección de minerales y el si queremos no se hace esperar. Todos los allí presentes quedamos admirados y maravillados por el excepcional tamaño y calidad de las piezas expuestas convenientemente en sus vitrinas. Un auténtico gozo para el espíritu, pudiendo catalogarse algunas de ellas, sin ningún género de dudas, como piezas de museo por su extraordinaria calidad, pureza, tamaño y cristalización. Vaya de nuevo, desde aquí nuestro agradecimiento para Juanjo.   
Cinco personas decidimos quedarnos en La Unión y tomar un almuerzo rápido y frugal, llevándolo a puro y debido efecto sin más dilación. No plenamente satisfechos, ponemos proa a las tres de la tarde (lo que hace el ansía) a la zona de Los Pajaritos. Allí recogemos diversas piezas de cuarzo, variedad amatista, calcedonia, etcétera. Hacia las 17.30 horas, y como magnífico colofón a la jornada, volvimos a coger nuestros cascos y luces para adentrarnos en la mina “María Dolores”. Recorrimos parte de su galería principal, fotografiando alguna bella colada de carbonato cálcico, y ascendimos al nivel superior comprobando algún filón de cuarzo. Recogemos algunas muestras de cuarzo, con recubrimientos de calcita en algunas de ellas, dando, ahora si, por concluida la jornada definitivamente.       
Mientras regresamos intento recordar que los grandes espíritus y las naturalezas superiores de todos los tiempos han dado, desde siempre, el máximo valor al ocio. Aristóteles y Sócrates consideraban que el ocio era una de las posesiones más hermosas de cualquier hombre. Está todo dicho.

J. Alfredo Gómez Pascual