Crónica de la
excursión exploratoria a Agramón (Albacete) para la recogida de
ópalos menilitos y a la mina La Celia para la recogida de apatitos (Jumilla-Murcia)
.
La hora las 9.00 horas. El lugar un
bar sin definir en el municipio de Agramón. Aunque no por mucho
madrugar amanece más temprano, a eso de las 8,45 horas aparecimos
algunos en una cantina plagada de cazadores que apuraban el último
sorbo de café y chupito de anís antes de coger la escopeta. Los
canes esperaban ansiosos a sus dueños a extramuros del bar, mientras
correteaban y saltaban alegremente a un lado y otro, arriba y abajo,
adentrándose de vez en cuando para llamar la atención de los dueños
y atraerlos fuera.
Algunos usos y comportamientos de los auténticos cazadores tienen
paralelismos con los aficionados a la mineralogía, entre ellos el
cuidado y el apego al campo y la tierra. Nuestro magnífico escritor
Miguel Delibes, en sus libros sobre la caza y el diario de un
cazador, lo ha expresado de una manera portentosa.
El grueso de la expedición se retrasaba. Por fin, transcurridos
veinte minutos, circunstancia excepcional que es regla y de la que
dejo constancia por excepción que confirma la misma, aparece la
caravana. Causa del retraso muy noble y respetable: el desayuno con
churros en Jumilla donde fue recogido el que sería nuestro timonel
durante la jornada. Saludos, apretones de manos, besos, abrazos y en
marcha. Sin más dilación nos ponemos en marcha. Tras adentrarnos en
un camino la avanzadilla inicia la exploración precedida de una
breve descripción por parte de nuestro cicerone.
Toda la zona se encuentra bajo la silueta de un antiguo volcán, lo
que le confiere su especial singularidad. Se trata de un pitón o
chimenea volcánico. En general, la zona periférica del volcán es una
mezcla mineral formada por fragmentos poco cristalinos de rocas
volcánicas, así como por fragmentos de rocas encajantes. Aparece muy
visible una roca denominada jumillita. Es una roca volcánica que
impregna todo el paisaje de los llamados Cerricos Negros. Este tipo
de roca ultra potásica sólo se presenta en el Sureste de España. La
erosión de toda esta zona volcánica ha dejado numerosos montículos
de lava y lapilli. Contiene rellenos filonianos de oligisto, apatito,
calcita y más de una docena de minerales asociados. La variedad de
roca color rosado se denomina traquita.
En esta zona, cerca de la cuenca del embalse de Camarillas, se
formaron los yacimientos de diatomitas sobre extensas cuencas de
origen lagunar. La diatomita es una roca sedimentaria silícea
compuesta esencialmente por acumulación de restos de diatomeas (plantas
acuáticas unicelulares). La diatomita se forma por la consolidación
de una fango o barro constituido principalmente por la sílice (ópalo)
que forma los caparazones de las diatomeas. Su presencia delata la
existencia en el pasado de esas grandes cuencas lagunares. Pues bien,
es aquí hasta donde hemos llegado para recoger los curiosos
ejemplares de ópalos menilitos.
En los Anales de Historia Natural, de la Real Sociedad Española de
Historia Natural, se había colocado este fósil hasta comienzos del
siglo XIX en el género arcilloso con el nombre de piedra pícea
azulada. La figura exterior del ópalo menilito es arriñonada, de
variados tamaños y formas. Su color exterior es blanco algo azulado
o grisáceo, y en su interior presenta un color pardo con una capa de
lustre algo graso, rompiéndose de manera fácil en fragmentos. Está
compuesto en más de un 85 por cien de tierra silícea y el resto de
arcilla, hierro, tierra caliza materia carbonosa y agua. Lo que no
es posible es agrupar esta piedra o fósil con la esteatita, ni con
la serpentina, debiendo considerarse según todos los científicos y
naturalistas como una variedad de ópalo que se acerca al pedernal o
sílex.
Estos ópalos asemejan y modelan las más variadas y diversas formas y
tamaños de figuras humanas y animales, así como los más inusitados
objetos. Es indudable que muchos artistas se han inspirado en la
naturaleza y en la morfología de los mismos para crear y tallar sus
obras. Nos dispersamos en una extensa área para indagar y recoger
muestras. Unos preferían buscar y picar para recoger muestras en
matriz, otros recogían piezas sueltas por el suelo, canicas que
decía Pedro, muñecos de nieve, ninots, dobles muñecos, etcétera.
Todos habíamos recogido numerosas piezas y comentábamos sobre su
extraordinaria morfología y textura que parecían moldeados por seres
humanos con la más extensa variedad de animales (focas, patos,
delfines, morsas, serpientes......) y formas de órganos humanos (riñones,
corazón, falos,.....).
Al cabo de una hora aproximadamente, y sin concertarnos previamente,
nos reunimos todos y fue cuando el bueno de Pirita, Pedro para los
amigos, nos dijo que media vuelta ¡ar! que había descubierto una
zona sensacional con muestras grisáceas donde teníamos que hacer
acto de presencia. Pues nada, dicho y hecho. Y eso que el decía que
allí sólo íbamos a por canicas. Pues fíjate tú como se caldeaba el
asunto que, finalmente, Julián y Pirita se pusieron a formar un
dueto cantando mientras picaban y partían matrices canturreando ¡mira
niño, ¡mira niñooo! al unísono. Mientras Ángela y Bruno se movían
como peces en el agua, escarbando y recogiendo muestras por doquier
en un talud cercano, haciéndonos señas con los brazos para que
fuésemos hacía el sitio en que se encontraban sus posesiones. Como
algunos se habían quedado cerca de los vehículos, decidimos volver
sobre nuestros pasos con la preciada carga junto al resto del grupo
y, después de fantasear sobre las formas y piezas obtenidas, tomando
algunas fotografías, consideramos que había llegado la hora de
reponer fuerzas.
Calmada la gazuza con numerosos platos bien repletos de proteínas,
levamos anclas y proseguimos camino al yacimiento de La Celia. La
mina de La Celia se explotó a principios del siglo XX por la
Sociedad General de Industrias y Comercio de Bilbao. Se llamaron
minas de Nuestra Señora del Carmen al conjunto de pozos y
explotaciones de la zona. En ella se explotaba el apatito para la
fabricación de abonos fosfáticos. La mineralización encaja en las
rocas volcánicas citadas antes como jumillita. Por su dureza, se
empleó para la cimentación de carreteras y vías de ferrocarril. En
la actualidad, y desde hace más de 10 años, algunas de sus galerías
son refugio de numerosas especies de quirópteros (murciélagos),
estando declaradas Área de Protección de la Fauna Silvestre por el
Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
La mena explotada es el apatito, un fosfato cálcico que en esta mina
cristaliza en prismas hexagonales terminados en bipirámides de hasta
3 cm con un color verdoso amarillento. El oligisto o hematites es el
mineral más abundante en la mina, salpicando todos los techos y
paredes presentándose en escamas y láminas de brillo espectacular
cuando le da la luz. También pueden encontrarse en cristales
tabulares negros de contorno hexagonal y con brillo metálico.
En las escombreras disfrutamos de lo lindo recogiendo buenos micros
de apatito con hematites y calcita, algunas en geodas. Pirita no
dejaba de pedir la lupa. ¡Niño la lupa! Pero niñooo, que necesito la
lupa. Llega esa lupa. ¡Manda bemoles! Nada, que con los años se va a
aficionar a los micros el amigo Pedro. Lo que tenemos que ver.
Después de picar un rato en las escombreras nos adentramos en
algunas galerías para disfrutar con la luz de esas vistosas y
brillantes paredes y techos, observando alguna geoda con bellos
cristales de apatito en lugares nada recomendables para picar.
Llegaba el momento de despedirnos y en esos momentos uno piensa que
hacer cosas buenas y bellas, como las que hacemos, constituye uno de
los actos que se deben de buscar por sí mismos en la vida, y ello
conduce, en mí opinión, y por sí mismo a la virtud. Hasta la próxima.
J. Alfredo Gómez Pascual |