Esta mina es un notable patrimonio geológico de Calatayud que se encuentra totalmente abandonada. Son unas explotaciones de Epsomita situadas muy cerca del núcleo urbano de Calatayud. Los penachos de epsomita que se forman en sus paredes tienen un tamaño y forma destacable. Durante años se recogieron para coleccionistas que tenían que conservarlos protegidos del medio ambiente porque se alteran con mucha facilidad. También ha sido usado como medicinal, siendo durante muchos años el yacimiento más importante a nivel mundial de epsomita.

La epsomita se encuentra entre margas y yeso en forma de agregados fibrosos blancos de brillo sedoso, a veces curvados, de unos 10 cms. de longitud. Ocasionalmente cuelgan de las paredes y del techo haces de fibras aisladas, brillantes de hasta 50 cm. de largo que forman al caer una almohadilla sedosa en algunas partes del suelo. En la proximidad de la boca de las cuevas, el mineral se altera por deshidratación convirtiéndose en hexaedrita pulvulenta. Esto sucede a los pocos días con los ejemplares extraídos de la cueva a una atmósfera normal. En el interior de la cueva, la epsomita se renueva constantemente, creciendo nuevas fibras.

Este yacimiento es muy importante para este mineral y conocido internacionalmente desde el siglo XVII. Los restos de la explotación son de la primera mitad del siglo XIX. Estas cuevas fueron descritas por Lasala 1854 que indica la presencia de penachos de epsomita de longitudes próximas al medio metro colgando del techo y de las paredes. Estos ejemplares ya eran recogidos en su época para las colecciones mineralógicas e incluso como adorno, conservándolos dentro de recipientes de vidrio cerrados. El yacimiento es conocido a nivel internacional, y se cita en muchos yacimientos de mineralogía. A principios del siglo XX estuvieron protegidas, como la notable curiosidad natural que son, para evitar su deterioro (Clavero, 1918), pero en este momento corren peligro de desaparecer.