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GOETHE. Johann Wolfgang von.
(1749-1832).
Alemán y una de las figuras señeras de la literatura alemana. La poesía de Goethe expresa una nueva concepción de las relaciones de la humanidad con la naturaleza, la historia y la sociedad; sus dramas y sus novelas reflejan un profundo conocimiento de la individualidad humana. La importancia de la obra de Goethe puede ser juzgada por la influencia que sus escritos críticos, su amplia correspondencia, su poesía, sus dramas y sus novelas ejercieron sobre los escritores de su época y sobre los movimientos literarios que él inauguró y de los que fue la figura principal. Según el crítico inglés del siglo XIX Matthew Arnoldo, Goethe debe ser considerado no sólo “el centro indiscutible de la literatura alemana, sino una de las figuras más versátiles de la literatura universal”. Goethe nació el 28 de agosto de 1749 en Frankfurt del Main, hijo de un funcionario del gobierno. De 1765 a 1768 estudió Derecho en la Universidad de Leipzig; allí empezó a interesarse por la literatura y la pintura y conoció las obras dramáticas de sus contemporáneos Friedrich Gottlieb Klopstock y Gotthold Ephraim Lessing. La influencia de estos autores y su amor por la hija de un comerciante de vinos, en cuya taberna solía cenar, se reflejan en su poesía más temprana y en sus primeras obras dramáticas. Entre estas obras primerizas se encuentran una comedia en verso de un acto, El capricho del enamorado (1767), y una tragedia en verso, Los cómplices (1768).
Goethe enfermó en Leipzig y volvió a Frankfurt, donde, durante la convalecencia, estudió ocultismo, astrología y alquimia. A través de la influencia de una amiga de su madre, Catarina von Klettenberg, que era miembro del movimiento de reforma luterano conocido como pietismo, Goethe se introdujo en el misticismo religioso.
De 1770 a 1771, estuvo en Estrasburgo para proseguir sus estudios de Derecho; además profundizó en los estudios de música, arte, anatomía y química. En Estrasburgo, Goethe hizo dos amistades, que tuvieron una enorme repercusión en sus obras literarias. Una fue la de Friederike Brion, la hija de un pastor religioso de la ciudad de Sesenheim que le inspiró la mayoría de sus personajes femeninos, incluso el de Gretchen de su drama poético Fausto. La otra amistad, que más tarde reconoció como la experiencia intelectual más estimulante de su juventud, fue la del filósofo y crítico literario Johann Gottfried von Herder. Por esta influencia, Goethe se hizo un escéptico sobre la validez de los preceptos del clasicismo francés que dominaban sin discusión en la Alemania de la época, incluidos los de las tres unidades dramáticas —lugar, tiempo y espacio— que la escuela teatral francesa había adoptado del antiguo teatro griego. Herder le enseñó también a apreciar las obras de Shakespeare, en las que las unidades clásicas se sustituyen por el placer de la expresión directa de las emociones, y a darse cuenta del valor de la poesía popular y de la arquitectura gótica alemanas como fuentes de inspiración. El resultado fue que, Goethe, después de graduarse en Derecho y volver a Frankfurt para ejercerlo, escribió la tragedia Götz von Berlichingen (1773). La obra, inspirada en las de Shakespeare, es una adaptación de la historia de un caballero alemán que se hizo bandido en el siglo XVI; las acciones de bandidaje exitosas de su protagonista son interpretadas como una revuelta popular nacional alemana contra la autoridad del emperador y la Iglesia en la primera mitad del siglo XVI. Götz von Berlichingen tuvo enormes repercusiones en la historia literaria alemana. Junto al manifiesto Sobre el estilo y el arte alemán (1773), al que contribuyeron Goethe, Herder (con dos ensayos en los que elogiaba a Ossián y a Shakespeare) y otros, Götz inauguró el importante movimiento literario alemán conocido como Sturm und Drang (tormenta e impulso), precursor del romanticismo alemán.
Al año siguiente, como resultado de un desdichado incidente amoroso con Charlotte Buff, prometida de uno de sus amigos, Goethe escribió la romántica y trágica historia de Die Leiden des jungen Werthers (Las desventuras del joven Werther, 1774). Esta obra fue la primera novela representativa de la literatura alemana moderna y se convirtió en el modelo de muchísimas narraciones de “Entusiasmo”, el resultado fatal de un gusto por los absolutos, ya sea en amor, arte o pensamiento, que se escribieron a imitación suya en Alemania, Francia y otros países. El diablo mundo, del poeta español José de Espronceda, es un ejemplo de ello. También en Latinoamérica su influencia se hace evidente, entre otros autores, en el puertorriqueño Eugenio María de Hostos y en el mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi.
Entre las obras de Goethe escritas entre 1772 y 1775 están los dramas Clavijo (1774) y Stella (1775) y muchos ensayos breves sobre temas literarios y teológicos. Se prometió con Lili Schönemann, hija de un rico banquero, pero los círculos elegantes en los que ella se movía le parecieron restrictivos para su creatividad artística. Desde entonces su refugio fue la naturaleza, en la que se inspirarán muchos de sus poemas líricos, como “Auf dem See”. El año 1775 fue importante para Goethe y para la historia literaria alemana. Este año, Carlos Augusto, heredero del ducado de Sajonia- Weimar, invitó a Goethe a vivir y trabajar en Weimar, su capital, que entonces era uno de los centros intelectuales y literarios de Alemania. Desde 1775 y hasta su muerte, Goethe fijó en esta ciudad su residencia.
Los primeros diez años de este contacto con la corte de Weimar fueron para él un periodo de desarrollo intelectual más que de producción literaria. A través de los contactos que allí realizó con Herder y con el escritor Christoph Martín Wieland, y a través de su amistad con Charlotte von Stein, esposa de un oficial de la corte y mujer de gran encanto y talento, se amplió su vida intelectual. La experiencia en la administración pública, que incluyó destinos en cargos importantes del gobierno de Weimar, así como un periodo de consejero privado, le dio a Goethe un amplio conocimiento de los asuntos prácticos. Además continuó sus trabajos científicos, estudiando mineralogía, geología y osteología. Escribió poco durante los primeros diez años de su estancia en Weimar, si se exceptúan algunos magníficos poemas inspirados por Charlotte von Stein, entre los que se encuentra la lírica “Canción nocturna del caminante” y la balada “El rey de los elfos”. Comenzó la composición de algunas de sus obras más famosas, como el drama en prosa Ifigenia en Tauris (1787) y los dramas de carácter Egmont y Fausto, que luego sometería a cambios como resultado del siguiente acontecimiento importante de su vida: su estancia en Italia desde 1786 hasta 1788. Varias razones indujeron a Goethe a ir a Italia. Se había cansado de la vida en la corte de Weimar, su relación con Charlotte von Stein se había frustrado, y, sobre todo, sentía la necesidad de nuevas experiencias sobre las que apoyar sus futuros escritos. En Italia encontró una nueva vitalidad y la revelación de la grandeza del mundo clásico.
Después de visitar varias ciudades en el norte de Italia, se estableció en Roma, donde, salvo para un corto viaje a Nápoles y Sicilia, permaneció hasta 1788. Estudió el arte, la arquitectura y la literatura de Grecia y Roma y aquellas obras del renacimiento en las que era más manifiesta la influencia clásica; comprendió perfectamente el espíritu del clasicismo, que acentuaba el equilibrio y la perfección formal más que el contenido emocional. Desde entonces su obra desarrollaría temas universales e intemporales, expresados con mesurado sosiego aún vibrante de pasión. Los escritos de su estancia italiana y del periodo inmediatamente posterior incluyen una versión en versos yámbicos de Ifigenia en Tauris, los dramas Egmont (1788) y Torcuato Tasso (1790); y un trabajo suplementario sobre Fausto, parte del cual apareció como Fragmento (1790). Estas obras llevaron a la literatura alemana la disciplina de ideas y formas que inició el así llamado periodo clásico.
Cuando Goethe regresó a Weimar en 1788 se enfrentó con dificultades inesperadas. Encontró oposición a sus nuevos principios literarios y se ganó la enemistad de algunos círculos de la corte por llevarse a vivir con él a una joven, Christiane Vulpius, que en 1789 le dio un hijo. Habría podido abandonar Weimar pero lo retuvieron dos razones: la dirección del Teatro Ducal, que ejerció de 1791 a 1813, y el renovado interés por seguir con los estudios científicos, para los que en Weimar encontraba facilidades. Antes, en 1784, había hecho el descubrimiento, por métodos que prefiguraban la ciencia de la morfología comparada, de que la mandíbula humana presentaba huellas de una estructura similar al hueso intermaxilar en otros mamíferos. En 1790, escribió Ensayo para explicar la metamorfosis de las plantas, que desarrollaba aún más sus ideas sobre morfología comparada y que para algunos son antecedentes de las ideas de Darwin sobre la evolución humana. Goethe fue el autor también de un tratado de óptica, Aportes a la óptica (2 partes, 1791 y 1792). Su dedicación al trabajo científico eclipsó durante un tiempo su interés por la literatura. Este interés adquirió nuevo vigor a través de su amistad con Friedrich von Schiller, uno de los más grandes dramaturgos alemanes y una figura prominente del periodo clásico alemán. La relación, que duró desde 1794 hasta la muerte de Schiller en 1805, fue trascendental para Goethe; las críticas y sugerencias de Schiller lo estimularon para emprender un nuevo esfuerzo creador. Las principales producciones fueron las contribuciones al periódico de Schiller, Las Horas, que incluyeron Elegías romanas (1795), una serie de tiernos poemas amorosos inspirados en su relación con Christiane Vulpius; la novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796), que se convirtió en un modelo para toda la novela alemana posterior; y el idilio épico en verso Hermann y Dorothea (1798). Schiller animó también a Goethe para que volviera a trabajar en Fausto, cuya primera parte fue publicada en 1808. El periodo desde 1805 hasta su muerte en Weimar, el 22 de marzo de 1832, fue para Goethe muy productivo. En 1806 se casó con Christiane Vulpius. Los disturbios de la Revolución Francesa y las sucesivas campañas de las Guerras Napoleónicas no interrumpieron seriamente sus trabajos científicos y literarios. No se opuso a la guerra de liberación (1813-1815) llevada a cabo por los estados germánicos contra Napoleón, pero permaneció alejado de los esfuerzos patrióticos para unificar las distintas partes de Alemania en una sola nación; abogaba, en cambio, por el mantenimiento de pequeños principados regidos por déspotas benévolos. De sus escritos entre 1805 y 1832, los más célebres son las novelas Las afinidades electivas (1809) y Los años de andanzas de Wilhelm Meister (1821, revisado en 1829); un relato de su viaje por Italia, Viajes italianos (1816); Poesía y verdad, su autobiografía (4 volúmenes, 1811-1833); una colección de magníficos poemas, Diván de Oriente y Occidente (1819), que intentan el maridaje del Este y el Oeste; y la segunda parte de su poema dramático Fausto (publicado póstumamente en 1832). Fausto fue la obra que ocupó la larga vida de Goethe. Es una de las obras maestras de la literatura alemana y universal. No es sólo una reelaboración de la leyenda del erudito mago medieval Johann Faust, sino una alegoría de la vida humana en todas sus ramificaciones (véase también Fausto). Desde el punto de vista argumental y estilístico, la obra refleja el impresionante alcance de la evolución de Goethe desde los días rebeldes del periodo del Sturm und Drang hasta el clasicismo y la sabiduría sosegada de su madurez. Su énfasis en el derecho y el poder del individuo para indagar libremente en todos los asuntos humanos y divinos y para construir su propio destino justifica su reputación universal como primera gran obra de la literatura dentro del espíritu del individualismo moderno.
En su honor se dio nombre al mineral “Goethita” en el año 1806 por Lenz.
Autor: José Luis Zamora Rubio